Durante
mucho tiempo especialmente en gran parte
del siglo XX, el marketing solo tenía en cuenta las necesidades del productor (dueño
y creador del producto) le daba al mercado (consumidor) lo que a su juicio,
éste decidía. El consumidor entonces siempre
estuvo supeditado a los caprichos y/o
decisiones del productor. Su función era
completamente pasiva sin derecho a elegir y opinar: debía limitarse a adquirir
lo que el productor ofrecía, y nada más. Por lo tanto el marketing se había regido
solamente por factores internos. (de adentro hacia afuera) relacionado
solamente con los intereses de la empresa y no con los intereses del mercado. Con
el incremento de la competencia, la sobre oferta de productos y el desarrollo
de la tecnología el cliente pasó de ser un sujeto pasivo a un actor muy activo
especialmente en el escenario digital.
Antiguamente
las empresas solo fabricaban sus productos de acuerdo a sus intereses
particulares gustos y deseos. Posteriormente difundían las bondades de su producto
para poder captar la atención del consumidor, que igual no tenía mucho de donde
elegir. Si el precio se adaptaba a sus necesidades, iba a donde se
comercializaba el producto y lo adquiría. Las propias empresas y/o productores
se dieron cuenta que su producto/servicio ya no era lo primero, que lo primero
es el cliente y sus necesidades. La principal consecuencia de este enfoque fue
la imperiosa necesidad de conocer el mercado.
El primer
paso de un emprendimiento exitoso y del quehacer diario de una empresa debe ser
preguntarse qué quiere, qué necesita, porqué lo necesita, cómo lo necesita, y
en qué condiciones lo necesita el consumidor. La antigua formula de dirigirse a todo el bosque, a todo el mercado caducó:
el nicho y el individuo son los protagonistas.
El cliente de hoy investiga, compara, busca la opinión de sus grupos de
referencia y tiene más conocimiento de productos y servicios, de las marcas y
del mercado mucho más que antes. Ya no necesita ir al punto de venta por que
desde su casa, desde el computador desde su móvil puede comparar y comprar.
DETECCIÓN DE INSIGHTS.
Las personas
y en especial los consumidores son seres complejos. Ellos tienen necesidades
muchas veces no reveladas de forma explícita. Por lo tanto la necesidad de conocer al futuro cliente debe
estar basado en un proceso de investigación que vaya más allá de lo que las personas describen, narran o
dicen que les interesa.
Muchas
veces las técnicas tradicionales de investigación no son suficientes y podrían quedarse cortas. Es muy importante entender lo que motiva las
decisiones del consumidor por encima de lo que nos pudiera decir de forma explícita. Este comportamiento
y esas motivaciones reales del mercado son como un iceberg. Solo una parte
pequeña del mismo puede verse, el resto permanece oculto para las empresas y
marcas. Pensaría que ese es el reto para las empresas conocer esa parte oculta
que les ayudaría a cumplir de forma más efectiva a conseguir sus objetivos.
Esos
son los insights, los aspectos ocultos de
la forma de pensar de los consumidores,
la forma de sentir o actuar (gustos, aficiones, preocupaciones, motivaciones) que
podrían generar nuevas oportunidades para nuevos productos y nuevas formas de
comunicación. Se trata por lo tanto de información no relevada, a veces
inconsciente que si las empresas y marcas son capaces de averiguar y aprovechar
les permitirá adelantarse a nuevas oportunidades.
Y en
este punto es muy importante analizar: La experiencia del consumidor. ¿Cómo
te das a conocer? ¿Cómo ofreces tu producto o servicio? ¿Qué mensaje emites? ¿Qué
canales utilizas? ¿Qué valores identifican tu empresa? ¿Cuál es el proceso de compra para el cliente? Y ¿Cuál
es el seguimiento una vez compró?
Durante
mucho tiempo el cliente fuel el último en la fila. Su único rol era comprar. Gracias
al desarrollo de la tecnología y al cambio de cultura empresarial es y debe ser el centro del mundo de los
negocios. Todo cuanto se haga y como se haga debe apuntar a su plena
satisfacción y cada momento a una mejor experiencia.
¡Hasta
pronto!
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